Al menos una vez por semana me reúno con mi amigo y colega, Marcelo Ruiz, para conversar y compartir distintos puntos de vista sobre nuestra profesión. La comunicación exige estos encuentros dinámicos y refrescantes para que la mente incorpore nuevas perspectivas y modelos de trabajo. Siempre la experiencia de uno termina enriqueciendo al otro y, a partir de ello, descubrimos nuevas oportunidades de crecimiento.
En una de nuestras últimas reuniones surgió una reflexión acerca del valor que aporta un equipo de comunicación que trabaja junto a la organización para potenciar el salario emocional. Este concepto ha tomado bastante relevancia en este último tiempo, principalmente por el actual contexto, en el que la gestión de las emociones es primordial. Para quienes están leyendo este artículo y no conocen de qué se trata este término, en pocas palabras, son aquellas acciones intangibles que la empresa brinda a sus colaboradores para fidelizarlos. Es decir, jornadas recreativas, reuniones de escucha activa, campañas de marca empleadora, etc.
Es en ese tipo de iniciativas donde las áreas de Recursos Humanos y Comunicación se complementan a la perfección, como también ocurre en otras situaciones. Pero, en este caso, quiero referirme a algo que es vital para lograr el sentido de pertenencia de las personas en las organizaciones.
Para muchos especialistas en managment, “es más caro incorporar a una persona nueva que conservar a alguien en su puesto de trabajo”. Las instituciones son cada vez más consientes de esta realidad y saben que las nuevas generaciones tienden a permanecer menos tiempo en un lugar. Es por ello que el concepto de salario emocional se vuelve fundamental para cumplir el objetivo de fidelizar a los públicos internos de la organización.
Desde las áreas de comunicación trabajamos para reducir las brechas jerárquicas, impulsar espacios en los que todas las voces sean escuchadas, construir identidad institucional a partir de la personalidad de los colaboradores que forman parte del equipo y lograr que todos “tengan la camiseta bien puesta”.
Frente a un panorama de escasas horas en la oficina y muchos encuentros virtuales, el desafío pareciera ser doble, pero es ahí donde tenemos que hacer uso estratégico de las distintas plataformas y herramientas que han surgido en este tiempo.
El escenario cambió, ahora el objetivo es conectar el propósito de la organización con la rutina cotidiana de cada colaborador de la empresa.