Cuando las publicidades en formato audiovisual comenzaron a tener auge en la televisión, las marcas buscaban anunciar sus productos vinculándolos a alguna cara conocida. El ecosistema de medios ha mutado bastante con el paso del tiempo y ha logrado que muchas modalidades de comunicación se reinventen.
La figura de los influencers, sería la versión siglo XXI de los embajadores de marca que tenían las empresas hace algunos años. Este concepto está ligado a aquellas personas que tienen muchos seguidores en redes sociales (en general se considera de 10.000 en adelante), comparten contenido de manera periódica y logran adhesión por parte de los usuarios que consumen los posteos.
Si repasamos un poco la historia de la teoría de la comunicación, también podríamos trazar algunos puntos en común entre los influencers y los líderes de opinión. Pero eso ameritaría otro artículo, o incluso reunirnos para tomar un café (o cerveza) y debatir.
Estos personajes surgidos con las redes sociales también encontraron su veta comercial. Al volverse caras muy reconocidas en ciertos ambientes y nichos de públicos que interesan a algunas marcas, tenían la fuerza necesaria como para ofrecer un servicio publicitario. ¿Y de qué se trata esto? Básicamente consiste en que el influencer incorpore en sus posteos habituales alguna marca, como si ésta fuera parte de su vida cotidiana. En general, las empresas que más apelan a este recurso son aquellas que venden ropa, perfumes, alimentos, productos de belleza y todo tipo de artículos que alguien pueda exhibir en una “storie” de 15 segundos.
¿Qué aporta un influencer en una estrategia de marca? Permite llegar a los públicos de una manera mucho más confiable, ya que es una persona externa a la empresa quien ofrece el producto y no la misma compañía; genera instancias en las que los seguidores de esta figura evalúan la posibilidad de compra del producto o servicio que se muestra; brinda dinamismo al contenido, ya que los influencers están todo el tiempo generando posteos acordes a las tendencias e intereses de los usuarios en redes sociales.
En conclusión, la posibilidad de sumar a un influencer a la estrategia de marca es algo que puede ponerse sobre la mesa para el análisis. Siempre y cuando lo que ofrezca la empresa vaya de la mano con los valores de la persona que se elija para cumplir este rol. Además, hay que tener en cuenta a quiénes nos dirigimos, con qué públicos interactúa habitualmente la marca.
El primer paso es animarse, pero para ello, siempre es vital evaluar el rendimiento que puede tener esa decisión y los beneficios que le aportará a la empresa.